Cuando los Reyes Magos concluyen su misión y guardamos todos sus faustos hasta el próximo año, otra tradición reclama nuestra atención: La Semana Santa. Lo hace a través de un anuncio que utiliza unos de los soportes más antiguo inventado por el hombre. Desde que el ser humano tiene conciencia de sí mismo, ha transmitido sus actividades y sentimientos a través del dibujo, pintura o cincel. Han pasado miles de años desde aquellas primitivas pinturas en las rocas y no hemos dejado de hacer lo mismo, eso sí, con otras técnica y materiales.

Ahora después de la avalancha de opiniones a favor o en contra – por los incondicionales de uno y otro bando- en tertulias, redes sociales y otros medios de comunicación-, habría que hacer una ponderada reflexión sobre lo que queremos y como lo queremos. Sobre lo primero creo que llegar a un punto de encuentro es fácil (a priori): Un cartel que anuncie la Semana Santa de Málaga. Hasta aquí todos de acuerdo. Pero esto que parece tan simple, es tremendamente complejo si queremos hacer un trabajo que corresponda a la actividad anunciada. Contentar a todos es imposible, pero si realizamos un trabajo profesional se podría acallar a una multitud discordante. Cuando publicitamos algo, es para que alguien nos lo “compre”, o ¿cuál es el objetivo de tal anuncio?, ¿a quiénes va dirigido ese mensaje, cuál es ese público objetivo que pretendemos seducir y que actúe en consecuencia?  Con estas dos observaciones, sólo atendemos a una parte de los requisitos que debe tenerse en cuenta al encargar una obra de tal magnitud. Cuando se realiza un anuncio o publicidad de un producto, persona o institución se elabora un pequeño informe -briefing- en el cual indicamos al creativo o artista el qué, cómo, cuándo, dónde, quiénes queremos que sean los receptores de nuestro mensaje y el objetivo a cubrir. Cumplimentado el pertinente “briefing” daremos solución, también, a la segunda cuestión planteada: cómo queremos ese cartel.

No cuestionemos al artista y a su obra. Juzguemos, por si hay algo que censurar, el método “dedocrático” de elección del artista y qué se le solicita cuando se realiza el encargo. Desde que José Ponce en 1921 realizara el primer cartel para la Semana Santa de Málaga, han sido muy diversos los métodos de elección del artista y su obra con mayor o menor éxito. Pero lo que está claro es que el gusto o la opinión de un señor, por mucho título o potestad que pueda tener, suscita muchas divergencias. Pero, si lo que deseamos es que una mayoría de cofrades se sientan identificados y representados con su cartel, tendremos que volver a las décadas de los setenta u ochenta en las cuales, durante algunos años, era el cartel y no el artista, el motivo de elección. Una institución de mayor rango como es el Ayuntamiento de Málaga, con una encomienda similar a la que estamos considerando, optó hace un par de año -para evitar tanta diatriba- democratizó la elección de la obra: presentación libre de trabajos y votación popular.

 El hecho, nos guste o no, es que la Semana Santa malagueña 2019 ha abierto su primer capítulo con el acto del Echegaray. No sin controversia, un grupo de abonados, manifestaron al presidente de la Agrupación de Cofradías el descontento existente en la calle por el tan sonado cambio de itinerario.

Del cartel se ha dicho de todo y por todos, algunas voces tradicionales por estos lares han intentado pontificar, sin mucho arraigo. Pero por mucho que digan, y a cada uno le dice algo, esa comunicación es diferente para cada cual. Os invito que hagamos un ejerció de abstracción y   nos ubiquemos en el stand de Málaga en Fitur – que estos días se celebra en Madrid-, y allí podremos contemplar el cartel de la Semana Santa 2019. ¿Qué impacto le podrá producir a un señor de Cuenca, que no conoce nuestra Semana Mayor ni se la imagina? o, a un cofrade malagueño, que visita esta Feria Internacional del turismo auspiciado por algún ente local; tendrá las mismas sensaciones.?

Para qué detenerse en analizar los que es obvio, tan solo matizar alguna controversia explícita en el cartel como el choque de estilos – barroco y “arte urbano”. No todo grito en la pared con técnica grafiteras pueden ser considerado como como arte urbano, sobre todo aquellos que son irreverentes y atentan contra lo público o la historia. Hay que tener cuidado con lo que ponemos en valor. Aquí no todo vale.

Paco Villasana